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jueves, 27 de agosto de 2015

Los grandes inversores se retiran de las 'economías emergentes en desarrollo'




Los grandes fondos comunes de inversión, que ayudaron a impulsar el rápido crecimiento de los países en desarrollo, están empezando a retirarse aceleradamente de esos mercados, lo que contribuyó al reciente desplome de las bolsas.

Las economías de más rápido crecimiento, lideradas por China, se vieron impulsadas por el astronómico precio de las commodities, la solidez de sus monedas y el abaratamiento del crédito, fundamentalmente a través de la emisión de bonos de elevado rendimiento y alto riesgo. Pero la decisión de China de devaluar provocó en las últimas semanas una ola de pánico vendedor en todo el mundo, que ya hizo que Wall Street sufriera la mayor pérdida semanal desde 2011.

Tan sólo durante la última semana, los inversores se desprendieron de 2500 millones de dólares en bonos de mercados emergentes, la mayor cifra desde enero de 2014.

La devaluación del yuan profundizó la preocupación por la desaceleración de la economía de China y por la posibilidad de que otros países sigan el mismo camino. Esa idea puso en estado de alerta a los inversores, que empezaron a deshacerse de sus bonos en esos mercados por temor a no poder cobrarlos. La inquietud generalizada por la desaceleración económica mundial alcanzó también a las acciones, que según muchos están sobrevaluadas y listas para caer.

"La tasa de crecimiento de muchos de esos países estuvo sumamente sobrevaluada -dijo Dani Rodrik, profesor de la Escuela de Gobierno Harvard Kennedy, especializado en el impacto que tiene el flujo de capitales extranjeros sobre las economías en desarrollo-. Era todo muy poco sustentable."

El furor vendedor también preocupa a los reguladores y economistas, que temen que si el contagio se extiende, los inversionistas particulares tengan dificultades para recuperar el dinero que pusieron en fondos comunes de inversión.

Si bien estos fondos no usan dinero prestado -como sí lo hacían los bancos que quebraron tras el estallido de la burbuja inmobiliaria-, lo cierto es que han invertido enormes sumas en una amplia gama de bonos de alto rendimiento y en créditos bancarios difíciles de vender, especialmente en un mercado a la baja.

Si todos los inversores se presentaran a cobrar al mismo tiempo, como ocurrió en 2008, se produciría una corrida bancaria, ya que los fondos comunes tendrían problemas para satisfacer la demanda de todos los que quieren su dinero en efectivo.

Durante otras burbujas y estallidos de inversión global ocurridos previamente, los mayores acreedores internacionales eran los grandes bancos comerciales. A la hora de prestar, esas instituciones eran tan proclives a tomar malas decisiones como los inversores en bonos, pero al menos también solían mantener relaciones más a largo plazo con sus deudores y era más improbable que se desprendieran de esas deudas y salieran huyendo.

Como los grandes bancos de escala global sufrieron pérdidas significativas durante la crisis financiera y se vieron forzados a refrenar sus préstamos, hicieron su aparición los más ágiles y también más volátiles inversionistas en bonos.

En enero, economistas del Banco de Pagos Internacionales (BPI), caja de clearing de los bancos centrales de todo el mundo, publicaron un estudio que resaltaba el vertiginoso crecimiento de los préstamos atados al dólar hacia empresas y países fuera de Estados Unidos que se produjo después de la crisis financiera de 2008: se duplicaron, hasta alcanzar los 9 billones de dólares.

Lo que más sorprendió a los autores de ese informe fue que el crecimiento de esos préstamos no provenía de bancos globales, sino de fondos comunes de inversión norteamericanos, que fueron comprando emisiones de bonos de mercados emergentes.

Los grandes fondos de inversión, como BlackRock, Franklin Templeton y Pimco, se vieron inundados de dinero de inversores ávidos de bonos de alto rendimiento de gobiernos y corporaciones de países emergentes.

El fondo Total Return, manejado por Pimco, por ejemplo, que el año pasado sufrió la pérdida de su financista estrella, William H. Gross, y que es una fija de los inversores que no buscan mayores riesgos, tiene el 21% de sus 101.000 millones de dólares en colocaciones de bonos y derivados de mercados emergentes.

Entre los muchos que se vieron beneficiados por tanta holgura están los que emitieron bonos al calor del impulso de las commodities, como la petrolera brasileña Petrobras y la mexicana Pemex, el gigante energético ruso Gazprom y los desarrolladores inmobiliarios de China.

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