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jueves, 27 de agosto de 2015

Piedrafita, una PYME que ha crecido hasta llegar a ofrecer ingeniería a medida para clientes como el Ejército




España.- Los cimientos de Piedrafita descansan fuertemente sobre dos pasiones: los motores de los coches de carreras y la ingeniería. Un matrimonio bien avenido hasta que el mercado la obligó a evolucionar hacia nichos de negocio más favorables para una pyme de sus características. La gestión del capital humano es una de sus señas de identidad y donde se asienta buena parte de su éxito.

Cuando comenzaron hace casi 30 años funcionaban como un pequeño taller de pruebas para mejorar la competitividad de motores y chasis. Numerosas victorias y campeonatos en los circuitos avalan su éxito y pilotos de rallyes como el veterano Antonio Zanini, ya retirado, o los más jóvenes Dani Sordo y Sebastián Loeb pueden dar cuenta de sus habilidades con las máquinas.

“Un sector –el de la competición automovilística– que poco a poco se iba encogiendo”, explica José Luis Juan-Aracil, administrador de Piedrafita, que se incorporó a la empresa en 1992 como director técnico.

La compañía dice que se dedica a “todo lo que no hacen los chinos”
Fue él quien introdujo la I+D+i en el ADN de la compañía y el que la animó a asumir nuevos retos fuera de las competiciones y de los circuitos. Aunque el gusanillo de fabricar motores lo matan colaborando de manera puntual con la Fórmula 3 y el Campeonato Europeo de Camiones Cepsa.
El olfato de Juan-Aracil lo condujo directamente a explorar posibilidades en sectores como industria y, sobre todo, defensa, donde una pyme como la suya pudiera desarrollar todo su potencial.

Encontraron un hueco de mercado en el blindaje de carros de combate y vehículos militares, un revestimiento que había quedado un tanto olvidado y obsoleto tras la Segunda Guerra Mundial.
Con sede en Paracuellos de Jarama (Madrid), Piedrafita ofrece soluciones a medida. En su carta de presentación, los directivos de la empresa presumen de ser “ÚNICOS” –así, en mayúsculas–, en el sentido de que cuentan con un think tank, algo así como un depósito sin fin de talento, en una traducción libre del término inglés, aunque en realidad se trata de “un comité de expertos en ingeniería altamente cualificados y capaces de ofrecer soluciones técnicas de principio a fin, llave en mano y a medida de las necesidades de cada cliente, que difícilmente podrían asumir incluso las grandes empresas”.

Sin un solo número rojo
Piedrafita alardea de “no haber tenido nunca pérdidas” y señala que su objetivo es “ser un negocio sostenible”. En los últimos años ha facturado entre dos y cuatro millones de euros y en 2016 espera duplicar estas cifras.

Juan-Aracil reconoce que sin la ayuda del CDTI “hubiera sido difícil asumir las inversiones que han hecho posible este crecimiento”.

De hecho, puntualiza Juan-Aracil, “muchas grandes corporaciones, como Indra o Evertis, acuden a pymes como la nuestra porque, aunque tienen el presupuesto, no pueden desarrollar la solución técnica”.

¿A qué se dedican, pues? “A todo lo que no hacen los chinos”, contesta divertido Juan-Aracil, y aclara que Piedrafita “proporciona a sus clientes servicios de ingeniería innovadores de alta calidad que, por volumen y grado de dificultad, están fuera del campo de interés de grandes empresas” como las que operan desde el gigante asiático.

En otras palabras, desarrollan una ingeniería “especializada en diseñar productos que el cliente necesitará, pero que aún no lo sabe”.

Detalle de parte del motor desarrollado
por los ingenieros de Piedrafita
para mejorar la competitividad
en rallyes del Ferrari 360
En la actualidad, Piedrafita trabaja en tres áreas de especialización: hidráulica especial, distribución de potencia en corriente continua y sistemas de ensayo rugerizados –del vocablo inglés rugged– que se usan en dispositivos preparados para soportar condiciones extremas, como tanques, jeeps militares y otros carros de defensa, o vehículos de uso civil que necesitan un blindaje especial, como los que utilizan los bomberos para apagar incendios.

Por ejemplo, el amortiguador rotativo de última generación que lleva el carro de combate Pizarro del Ejército español está hecho por Piedrafita. También el que llevan los blindados del Ejército británico.
Este último es un contrato del que Juan-Aracil se siente especialmente orgulloso, ya que se lo arrebataron “a un proveedor inglés que llevaba trabajando con ellos más de 100 años”. “Nuestro producto es mejor y más barato”, y en Reino Unido, recuerda, “el dinero de los contribuyentes es sagrado”.

Productos que necesita, pero aún no lo sabe
El talento es el bien más preciado de Piedrafita, cuyos ingenieros desarrollan productos que “nuestros clientes necesitarán pero aún no lo saben”, afirma Juan-Aracil. “Es como un deporte de la mente, un premio para los ingenieros, que pueden trabajar 14 horas o más solo por cumplir un reto”.

Fue así como surgió el amortiguador rotativo, que “tuvo un impacto brutal” en el negocio. Diseñado para vehículos de gran tonelaje, “de repente nos llamaron clientes para incorporarlo a las palas de helicóptero o a las aspas de los molinos eólicos”.

Es la hidráulica que “no viene en los catálogos y nadie te enseña. Cuando inviertes en I+D pasan estas cosas: puedes resolver un problema y luego esa solución sirve para otros usos o sectores”.

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