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domingo, 26 de febrero de 2017

La fundación española La Casa que Ahorra reclama a las Administraciones un impulso firme del sector de la rehabilitación


  • Con motivo de la celebración de la Semana de la Lucha contra la Pobreza Energética


ESPAÑA.- Se ha celebrado la Semana de la Lucha contra la Pobreza Energética y es un buen momento para que desde la Fundación La Casa que Ahorra se recuerde el estado actual del parque edificatorio español. Como bien es sabido, más del 54% de los hogares son anteriores a 1980, fecha a partir de la cual comenzaron a ser obligatorias las primeras medidas mínimas de aislamiento térmico. Con estas cifras es fácil imaginar qué métodos se están empleando para combatir el frío en muchas de esas viviendas. 

Muchas personas no encuentran una mejor solución que aumentar el consumo de los aparatos de climatización, o la compra de equipos adicionales, en un esfuerzo por compensar el calor que escapa por fachadas, ventanas y cubiertas. Afirmaciones que están contrastadas en el informe “Diagnóstico de la Rehabilitación en las Comunidades Autónomas-Luces y sombras de un sector que no despega”, del Grupo de Trabajo sobre Rehabilitación y patrocinado por la Fundación La Casa que Ahorra.

Dada esta situación, desde la Fundación La Casa que Ahorra se quiere reclamar una apuesta firme de las administraciones por el impulso del sector de la rehabilitación con criterios de eficiencia energética. Una cuestión que, además de otras ventajas macroeconómicas y medioambientales, como la activación económica y la creación de empleo, o la reducción de la dependencia energética y emisión de GEI, tiene un marcado carácter social pues constituye una solución duradera a la pobreza energética, reduciendo el esfuerzo de las familias en sus gastos energéticos, y lo que es más importante, protegiendo su salud y mejorando su calidad de vida.

En este sentido, Albert Grau, gerente de la Fundación La Casa que Ahorra, considera que existe un problema de pobreza energética generado por un parque de viviendas envejecido, ineficiente e incapaz de suministrar servicios básicos de confort térmico, accesibilidad o de seguridad a sus ocupantes. “Del mismo modo que si alguien sale en manga corta todos los días en pleno invierno termina enfermando, alguien que viva en una vivienda con condiciones térmicas inadecuadas, sometido en exceso a las inclemencias del frío o del calor, ve afectada su salud, complicando u originando enfermedades cardiorespiratorias, produciendo trastornos del sueño o afectando a la salud mental, provocando depresión y baja vitalidad”, añade.

La Fundación La Casa que Ahorra está trabajando para concienciar y dar solución a una problemática que no está abordando con decisión, por ello desea mostrar públicamente su apoyo al estudio “Pobreza, vulnerabilidad y desigualdad energética. Nuevos enfoques de análisis”, elaborado por la Asociación de Ciencias Ambientales, además de haber patrocinado “Estimación del efecto de la rehabilitación energética en la salud de las personas. Enfoque económico”, realizado por el Institut de Recerca en Energía de Catalunya, España.

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