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miércoles, 12 de octubre de 2016

Cubers, la empresa española que fabrica cubitos de hielo premium


  • Pretendemos que el hielo comience a entenderse como un elemento más de la copa”




ESPAÑA.- Tradicionalmente ha sido el elemento más pobre y secundario de un combinado, pero como bien dice el consejero delegado de Cubers, Carlos Ramírez, “puede estropearte una copa”. El hielo suele ser el último componente en el que se piensa en el momento de degustar un combinado o un refresco, pero si bien existen destilados de categoría premium y vasos o copas concretas para cada tipo de bebida, ¿por qué no ha sucedido lo mismo con el hielo? 

Esta es la pregunta que se hicieron en Cubers, una empresa española que comercializa “hielo premium, un producto que tiene en cuenta todas las exigencias de los clientes y los consumidores en el momento de tomar una copa”.

Los consumidores, explica, quieren un hielo que no se rompa, que no se pegue entre sí, que enfríe bien, que no se deshaga y que no perturbe ni modifique el olor ni el sabor. “Y estas exigencias, aunque en principio deberían darse en cualquier cubito de hielo, en la mayoría de las ocasiones brillan por su ausencia”, comenta Ramírez.

El primer paso es trabajar con una materia prima óptima. Puede parecer algo obvio, pero tal y como recuerda Ramírez, el agua de los cubitos y del hielo picado no siempre es la mejor. “Un estudio de la Asociación de Químicos de Suiza establece que más de un cuarto de los hielos que se sirven en los bares y restaurantes contienen la bacteria E.coli, además de un pequeño porcentaje de aguas fecales”, apunta. Por eso, una de las máximas para conseguir un buen hielo es recurrir únicamente a agua de calidad, previamente tratada, entre otros, con diferentes sales minerales que la purifican.

Una vez logrado esto, llega el proceso de congelación. Y este, apunta Ramírez, es el verdadero punto de inflexión que dirime entre un buen hielo y otro defectuoso. Por ejemplo, es recomendable hervir previamente el agua con la que se va a trabajar para lograr un hielo compacto, duro y transparente. Así, el oxígeno del líquido se escapa y se evita cualquier defecto o impureza que pueda producirse en el posterior proceso.

A partir de ahí, “para lograr un producto que se deshaga en mucho mayor tiempo, recurrimos a un proceso de doble congelación”, explica Rodríguez. Unos moldes especiales, que también influyen en el resultado final al sacar los cubitos ya congelados, se introducen en un túnel a -8 grados centígrados durante varios minutos. Desde ahí, los moldes pasan a una cámara a -5 grados, donde quedan guardados durante varias horas. “El proceso dura un total de seis”, apunta Ramírez, que hace hincapié en la importancia de este doble proceso.

“En la primera parte de esta fase se congelan solo las capas exteriores del cubito, y así la disolución posterior es mucho más lenta”. La segunda parte profundiza en el interior del cubito, haciendo mella en la dureza para evitar posibles fracturas, y contribuyendo también a los cubitos no se peguen entre sí una vez guardados en la bolsa. “Este hielo, en seco, sin estar en ningún líquido, tarda en derretirse cuatro horas a 20 grados, más de la mitad que el hielo convencional”.

Tampoco deben olvidarse detalles como el tamaño y el peso de cada cubito. “Tenemos un hielo clásico, de 55 gramos, y otro más grande para el whisky o combinados como el gin tonic.


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