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lunes, 4 de abril de 2016

The New York Times critica nuevamente al arquitecto español Santiago Calatrava por 'Oculus', un intercambiador que consideran un nuevo despilfarro



No es la primera vez que el diario publica duras críticas contra el distribuidor diseñado por el arquitecto valenciano para el complejo de la Zona Cero, en Nueva York. En esta ocasión, carga tintas con más fuerza, en su espacio dedicado a la crítica de arquitectura. Con esta, van al menos cuatro publicaciones críticas del diario The New York Times contra el intercambiador encargado a Santiago Calatrava que lleva por nombre Oculus, aunque casi todo el mundo lo llama Calatravasaurio, debido a su estructura. 

El proyecto, que inauguró los primeros días de marzo, fue presentado en 2004 y desde entonces ha levantado una polémica tras otra: su sobrecoste, los retrasos y la poca practicidad de su estructura han sido tres de los aspectos más complicados. Con un presupuesto original de 2.200 millones de dólares, el Oculus llegó casi al doble (3.600), además de los 12 años de retrasos.  

The New York Times carga nuevamente contra Calatrava: "esto no es un intercambiador, es un despilfarro"
En esta ocasión, el señalamiento proviene directamente del crítico de arquitectura del NYT Michael Kimmelman, quien se ha quedado a gusto en la valoración publicada el pasado 2 de marzo en la sección de Diseño y Arquitectura del citado diario. El primero y más urgente de los asuntos que señala Kimmelman alude a la función del proyecto: "Resulta inconcebible que un proyecto de 4 mil millones pagados con dinero público, y que supone la parada de metro número 18 más usada de la ciudad, esté escondido en el interior de un centro comercial". El crítico del NYT va más allá: "Esto no es un intercambiador, es un laberinto”, escribe refiriéndose al sin fín de pasajes subterráneos que los usuarios deben cruzar sin la opción de utilizar ninguna forma de traslado gratuito interno. De momento, 50.000 personas usan a diario la plataforma para ir a New Jersey. Se espera que ese número aumente en los próximos meses, cuando entren en funcionamiento los tramos que quedan por inaugurar.

La arquitectura de Calatrava es un "despilfarro épico", dice Kimmelman refiriéndose a la estructura de paredes curvas y acero acanalado, que se eleva 160 pies, y de la que ya comienzan a circular algunas críticas en redes sociales. Tal fue el caso de una ciudadana neoyorquina que carga contra el intercambiador al denunciar que ya presenta grietas, una denuncia que respalda con una fotografía. Los portavoces de la firma de Calatrava no reconocen esta como una fotografía correctamente documentada, ya que se desconoce la fecha y las circunstancias en la que fue hecha.

Matices al margen, el Oculus es de vital importancia. Conecta 11 líneas de metro, los trenes de cercanías del PATH, la terminal de ferris de Battery Park, el Memorial Center y la One World Trade Center, dos de los principales atractivos turísticos de la ciudad, así como las Torres 3 y 4, y en un futuro la Torre 2, además del centro Brookfield Place. Además, según la propia Autoridad Portuaria, es la mayor red de conexiones subterráneas peatonales en la ciudad de Nueva York.

Sobre las apreciaciones que publica el NYT hay que acotar que en ocasiones el texto de Kimmelman es tan duro que no sabe quien lee si también al defender el Oculus, lo ataca. “Es la nueva atracción Instagram (…) Una prístina catedral moderna con el aspecto de otra tienda de Apple y John Varvatos (…) El Oculus será arrendado como un espacio para eventos. La autoridad tiene que recuperar la fortuna que va a gastar en pintura blanca para mantener el lugar”, asegura aludiendo a los primeros desperfectos.

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