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jueves, 14 de enero de 2016

Los proyectos de Shell de desmantelar el histórico campo petrolero del Mar del Norte son sólo la punta del iceberg de un negocio incipiente que se está gestando en esta región del Océano Atlántico




REINO UNIDO .- Las cuatro plataformas que operaban en el campo -Alpha, Bravo, Charlie y Delta- han producido 4.000 millones de barriles equivalentes de petróleo durante más de cuatro décadas, casi el 10 por ciento de todo lo que ha producido el Reino Unido en el Mar del Norte. Sin embargo, a día de hoy, los planes de Shell pasan por desmantelar este histórico campo petrolero que le ha dado nombre a uno de los índices referenciales de precios del petróleo del mundo.

Ahora, el rastro de estas estructuras va a ser borrado del mar, y el primer turno es para Brent Delta.

Las magnitudes en este proyecto son gigantes y por ello ha sido necesaria la construcción de un barco capaz de levantar 48.000 toneladas. Esa embarcación se llama Pioneering Spirit. En 2010, Allseas se hizo con el contrato para el desmantelamiento de la plataforma Brent Delta. La compañía suiza adjudicó la construcción del buque a la surcoreana Daewoo por 2.400 millones de euros. El resultado ha sido una de las embarcaciones más grande del mundo, con 382 metros de largo y 124 de ancho, que con dos enormes brazos, rodeará la plataforma y levantará la parte superior de la estructura en un solo movimiento mediante un sistema hidráulico. El barco viajó a principios de año hasta el puerto holandés de Rotterdam, que tiene una accesible ruta hacia el Mar del Norte y donde se han realizado los últimos trabajos antes de iniciar su viaje hacia el yacimiento.

Mover miles de toneladas de peso en alta mar no es una tarea que pueda realizar cualquier empresa. En este mercado, la especialización es una máxima y Allseas es una de las compañías que está encabezando el desarrollo de la tecnología necesaria para llevar a cabo estos proyectos que se van a multiplicar en los próximos años. No es la única. Otras empresas, como Saipem o Seamar se están especializando en este sector, centrando su negocio en los principales mercados de América Latina.

En el caso del Mar del Norte, la antigüedad y la cantidad de las plataformas petroleras de la región está siendo el mejor incentivo para animar a las empresas de servicios a reunir la técnica y el capital humano necesario para afrontar estos megaproyectos. No obstante, desde la Real Academia de Ingeniería Británica advierten que para afrontar el ritmo de trabajo que se estima, con unas inversiones que sólo en 2017 se aproximarían a 3.000 millones de dólares, es necesario promocionar el sector del desmantelamiento desde las universidades, proporcionar una formación específica a los alumnos y retener el talento en las empresas.

Los expertos coinciden en señalar que es crucial que las petroleras contemplen el proceso de desmantelamiento como una operación tan estratégica como el inicio de nuevas exploraciones petroleras. De hecho, en opinión de los analistas de KPMG, una mala gestión de los procesos de desmantelamiento que se avecinan podría lastrar los resultados de las compañías petroleras.

Es más, los analistas aseguran que esta visión puede suponer una oportunidad, ya que “el tratamiento del desmantelamiento como una cuestión estratégica mejorará la toma de decisiones de la empresa y será una nueva oportunidad para que los actores más ágiles y flexibles obtengan una ventaja competitiva”.

El primer paso para alcanzar con éxito el objetivo es decidir qué papel van a jugar para deshacerse de la plataforma. Los operadores pueden optar por mantener su participación hasta el final de la vida productiva de la plataforma o venderla a empresas especializadas en obtener valor de activos maduros. Es una decisión crucial, ya que las obligaciones varían sustancialmente en caso de ser o no el operador de la plataforma. En el caso de vender el activo y de acuerdo a la legislación británica, el operador debe saber que existe la posibilidad de que tenga que asumir la responsabilidad del desmantelamiento en caso de que el nuevo propietario no tenga capacidad financiera suficiente para afrontarlo.

Una vez salvado este aspecto, la gran incertidumbre en cuanto a los tiempos y los costes de los desmantelamientos en un entorno de precios volátiles del barril son algunos de los desafíos a los que deberán enfrentarse las empresas en el medio plazo.

Por otro lado, las opciones de desmantelamiento son diferentes para cada parte de la estructura. Así, mientras que la práctica habitual es trasladar la parte superior a tierra para que sea desmontada y reciclada lejos del mar, para la parte inferior, que soporta todo el peso y que está parcialmente hundida en el mar y en el lecho marino, existen varias opciones: es posible trasladarla también a tierra, transportar sólo una parte y reutilizar o hundir la restante o dejar toda la infraestructura inferior en el mar.

La legislación británica contempla varios tipos de desmantelamiento atendiendo a las diferentes plataformas. Por una parte, aquellas plataformas instaladas antes de febrero de 1999 deben ser totalmente desmanteladas siempre que sea posible, al considerar que es la solución más respetuosa con el medio ambiente.

No obstante, si por razones de seguridad o complejidad técnica no es posible retirar completamente la estructura, existe la posibilidad de que algunas de las partes que componen la plataforma se queden en el mar. Un ejemplo de este caso pueden ser los cimientos de acero que tienen algunas plataformas. La decisión de dejar o no estas partes de la infraestructura debe analizarse conjuntamente entre el operador y los reguladores.

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