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miércoles, 19 de agosto de 2015
Empeoramiento de los índices económicos de Rusia
Rusia.- En los últimos días han salido del entorno de Rusia y su periferia noticias muy heterogéneas pero con una raíz común: un empeoramiento general de los indicadores económicos y un incremento, en lo que llevamos de agosto, de las tensiones en Ucrania oriental, hasta el punto de que el secretario de Estado de los Estados Unidos, John Kerry, expresó a su colega ruso, Sergei Lavrov, el pasado jueves, “su grave preocupación” por lo que allí sucedía.
Los indicadores económicos
El número de pasajeros de vuelos internacionales que transitaron por los aeropuertos rusos en los seis primeros meses de 2015 se redujo un 22,6%, o 1,1 millones plazas menos que en el mismo periodo de 2014, según datos de la Agencia Federal de Transporte Aéreo publicados en julio pasado. Numerosas compañías occidentales y de Oriente Medio han reducido el número de sus vuelos a destinos rusos. y/o vuelan con aviones de menor capacidad.
La estadística refleja el doble efecto de la devaluación del rublo y la caída del PIB, con una reducción correlativa en el número de empleos bien remunerados como para financiar vacaciones en el extranjero o ir de negocios. A su vez, esos dos efectos tienen por causa original el régimen de sanciones occidentales contra Rusia por sus acciones en Ucrania y otros lugares de su periferia, y por el drástico descenso de los ingresos por venta de petróleo.
Fenómenos coincidentes con los anteriores son la fuga de $151.000 millones de capital y la reducción del 50 % en el volumen de las inversiones extranjeras, en 2014.
La imposición, este 5 de agosto, de un bando contra la importación de productos de consumo europeos de calidad es otro indicador interesante. Desde primeros de año operaba una prohibición de productos europeos frescos, pero empresarios bielorrusos y kazajos los reexportaban a Rusia con documentación falsificada, beneficiándose de la unión aduanera de sus países con Rusia.
Hace pocos días, para dejar sentado que todo coladero está cerrado, el gobierno ordenó la destrucción de toneladas de alimentos de marcas europeas, causando la indignación de parte de la población, sobre todo de las familias que apenas llegan a fin de mes.
Antes incluso de que estallase la crisis de Ucrania, a principios de 2014 - la cual tuvo como consecuencia la imposición de sanciones económicas y políticas a Rusia-, Moscú ya estaba en aprietos. Entre 2008 y 2009 el país estuvo en recesión. Apenas recuperado a partir de 2010, la economía volvió a la recesión en 2013. Luego vino (principios de 2014) la anexión de Crimea y el aumento del gasto militar y de los subsidios a las milicias prorusas de la región de Donestk, con las consiguientes sanciones occidentales. Para mayor escarnio, a mediados del pasado año los precios de la energía comenzaron a descender. El petróleo se cotiza actualmente a menos del 50% de su precio el año anterior.
El gobierno ha reaccionado por dos vías: reduciendo el presupuesto en un 10%, excepto los gastos de defensa, y trasladando la mayor carga de los recortes a las 83 regiones federales de que se compone el estado ruso. Se considera que el número de regiones en dificultades económicas significativas es superior a 60, reduciendo su capacidad de mantener su nivel de contribución al gobierno federal. Estas contribuciones se acercan a los dos tercios de sus ingresos internos, aunque luego el gobierno les devuelve una media del 20% de lo recibido por el tesoro.
Las recesiones de los últimos años forzaron a las regiones a endeudarse. Si en 2010 tenían deudas por $35.000 millones, las actuales se estiman en $103.000 millones. La contribución del gobierno federal a las regiones se han reducido drásticamente: $56.000 millones en 2012 y sólo $28.000 en 2014. Consciente de que los problemas regionales se airearán políticamente de cara a las elecciones de ese nivel, del próximo septiembre, el gobierno ha pedido a la banca estatal Sberbank y VTB que aumenten su financiación a las regiones. No es seguro que el primero esté en condiciones de atender el requerimiento, porque su propia situación “es complicada”, según declaró su presidente.
Indicadores de seguridad
Putin, a pesar de todo, ha venido gozando de un alto nivel de popularidad desde su enfrentamiento con Occidente por Ucrania. Si las sanciones acaban obligando o no a los rusos a apretarse aún más el cinturón, esa popularidad se pondrá a prueba.
La estrategia de Putin ante las crecientes estrecheces es no ceder hasta que vea una amenaza cierta de protesta en la calle o revueltas en las provincias. Sólo entonces echaría mano de parte de las reservas federales, de unos $540.000 millones. En realidad, necesita todos los recursos disponibles, para su uso de cara a las elecciones generales de final del próximo año, cuando las protestas por las estrecheces pueden reducir su nivel de apoyo.
Las reservas son tanto más críticas cuanto que este año el crecimiento económico será de -3,2%, y un triste 0,7% en 2016, según prevé el ministerio de Economía y Desarrollo.
En cuanto a los indicadores de riesgo militar, todos se dan en relación con la crisis de Ucrania. Desde primeros de mes se observa un incremento en la rotación de efectivos secesionistas entrenados en Rusia, que pasan a ocupar posiciones en la parte oriental del país, coincidiendo con ataques contra el ejército ucraniano. Éste último denunció que el pasado lunes hubo 127 ataques, que mataron al menos tres de sus soldados.
Las regiones rebeldes de Ucrania oriental se proponen llevar a cabo, entre octubre y noviembre, unas elecciones que el gobierno de Kiev rechaza de plano. La OTAN mira estos cambios políticos y militares con preocupación, y a finales de agosto tendrá sus Unidades de Fuerzas Integradas preparadas para su despliegue en los países de la periferia occidental de Rusia.
Como se ve, no hay en perspectiva alivio para los desvelos del presidente Putin por el bienestar y seguridad de su pueblo y los de sus aliados.
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