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martes, 4 de agosto de 2015
Australía ha mantenido un desarrollo económico continuado durante 24 años consecutivos
Impulsada por su comercio exterior y sus exportaciones de materias primas, así como por un creciente sector de servicios, la economìa de Australia ha crecido consistentemente por 24 años consecutivos. Pero ese creciminto no ha logrado aún acabar con una pobreza que afecta a poco más de un millon de los 24 millones de personas que habitan ese próspero país, orientado hace décadas al comercio con Asia y beneficiario de él en ese sentido.
Cuando el pasado 17 de junio los ministros de Comercio de Australia, Andrew Robb, y de la República Popular China, Gao Hucheng, firmaron un muy buscado Tratado de Libre Comercio, se consagró también otro principio: la inserción de Australia en Asia.
El acuerdo fue calificado como “incluyente, de alta calidad y balanceado”, según Gao, o como el de más alto grado de liberalización de los TLC que China haya firmado con cualquier economía, según Robb.
El tratado Australia-China no sólo subrayó el ya muy considerable comercio entre los dos países —que superó los 150 mil millones de dólares australianos en 2014—, sino el vuelco australiano al Asia determinado en 1972 y que este año se tradujo ya en la firma de acuerdos de libre comercio también con Japón y Corea del Sur.
Y no por accidente los tres figuran como los principales mercados para las exportaciones australianas.
Con un Producto Nacional Bruto de casi 1.5 millones de millones de dólares australianos y un comercio que en 2014 superó los 630 mil millones de dólares australianos (unos 474 mil millones de dólares estadunidenses), Australia es uno de los países más ricos del mundo, pero por el tamaño de su economía sólo es el decimoprimero en la lista de naciones ricas; su producto per cápita, estimado en 37,828.25 dólares estadunidenses en 2014, es 300 por ciento superior al promedio mundial y por debajo sólo de algunos países árabes, Alemania, Suiza, Gran Bretaña y Estados Unidos.
El indice de satisfacción de los australianos está sólo después del de Noruega y tres de sus ciudades están casi permanentemente entre las mejores del mundo para vivir.
Al mismo tiempo es uno de los pocos países desarrollados —Noruega sería el otro— cuyas principales exportaciones son minerales y productos agrícolas.
Es el mayor productor mundial de carbón, mineral de hierro, minerales de aluminio y zinc; es, además, el principal exportador mundial de carne de res y garbanzos, el segundo exportador de lentejas y el cuarto en la exportación de azúcar, además del tercer productor de gas natural ligero y el séptimo exportador de oro y plata.
De acuerdo con datos del gobierno australiano, es uno de los pocos países —si no el único— del mundo que puede presumir de tener una balanza comercial positiva con la República Popular China, Japón y Corea del Sur.
De hecho, la economía australiana es dominada por su sector de servicios “pero su éxito económico se basa en la abundancia de sus recursos agrícolas y minerales. La ventaja comparativa de Australia en la exportación de productos primarios es una reflexión de la riqueza natural del continente australiano y su pequeño mercado domestico”, aseveró un análisis económico.
“El país es un importante centro financiero regional y un vital componente del sistema financiero global”, precisó la empresa Trading Economics.
De hecho, Australia cumplió ya 24 años de crecimiento económico anual, con tasas de entre 1.7 y 3.7 por ciento, pero de forma ininterrumpida.
Sin embargo, a fines de 2014 la Organización de Cooperación Económica para el Desarrollo (OECD, por sus siglas en inglés) advirtió que enfrenta ahora “un potencialmente difícil proceso de rebalanceo”.
De acuerdo con un reporte de la OCED a fines de 2014, los precios de las materias primas y los términos del comercio se han suavizado y podrían ir a más. “Las exportaciones australianas de materias primas son dominadas por carbón y mineral de hierro, que en 2013 constituyeron casi 45 por ciento del total de bienes y servicios en términos nominales”, precisó.
Los servicios cuentan por 68 por ciento del Producto Nacional Bruto, mientras los sectores agrícola y minero aportan ocho por ciento. Pero son estos sectores los que significan 65 por ciento de las exportaciones australianas.
El aparente contraste no extraña a nadie aquí. Son reglas australianas, Aussie Rules.
En esa isla-continente eso es más o menos normal. Pero las a veces peculiaridades de un país que por años fue una colonia semisaislada les ha funcionado y con eso les basta.
En ese marco puede afirmarse que Australia es uno de los países económicamente más abiertos del mundo, lo que no deja de tener inconvenientes y actualmente lleva a una “burbuja inmobiliaria” creada en buena parte por las adquisiciones chinas, que ha provocado un superávit en el número de departamentos y casas para renta y venta.
Pero también han creado temores que que la “burbuja”, que tiene lugar especialmente en las ciudades de Sydney y Melbourne, pueda reventar hacia 2017 en lo que sería un “baño de sangre” económico de acuerdo con un análisis que la empresa LF Economics presentó al Parlamento y provocó una oleada de titulares.
Pero si ocurre está por verse, aunque algunos creen que la relación comercial con China —cuya economía parece haberse enfriado en términos relativos— es parte del problema, como ocurrió en el mercado de bienes raíces de Canadá.
Pero al mismo tiempo, la inversión externa es importante para Australia.
Para fines de 2014, la Oficina de Estadísticas australiana estimó que el nivel de inversiones externas en Australia fue de 2,784.5 millones de millones de dólares australianos (2.08 millones de millones de dólares de EU), mientras que las inversiones externas de Australia llegaron a 1.9 millones de millones de dólares australianos (1.4 millones de millones de dólares de EU).
Y aunque el principal inversionista es Estados Unidos, capitales chinos, japoneses, coreanos y de otros países de la región alcanzan ya montos significativos.
Fue en parte esa realidad la que llevó a que tras una historia de intentos de mantenerse blanca y anglosajona, de compararse con Europa o Estados Unidos y permanecer al margen de su entorno natural, los australianos decidieron voltear hacia sus vecinos del este de Asia.
En muchos sentidos fue un momento definitorio. Las políticas de migración, de comercio, de relaciones internacionales, cambiaron. Y de ser un enclave blanco y anglosajón, Australia pasó a ser un país multiétnico, multicultural y profundamente involucrado con sus vecinos.
La queja en Australia, si acaso, es que podría ser mucho mejor.
“Los líderes australianos se las han arreglado en sentido amplio para mantener algunos de los temas internacionales en buen orden: las rutas comerciales abiertas, el flujo de inversiones, la alianza con Estados Unidos en buena condición, las relaciones con las grandes capitales asiáticas de Pekín, Tokio y Seul intactas y los terroristas a raya. Nadie está amasando un ejército contra Australia”, escribió Peter Hartcher, un especialista en política exterior.
En términos de pugilismo, Australia tiene un punch por debajo de su peso, y eso según Hartcher, se debe al “parroquialismo”.
Pero al mismo tiempo, siempre de acuerdo con Hartcher, “Australia ha desperdiciado grandes oportunidades para fortalecer su posición en el mundo al momento del mayor cambio en la geopolítica de Asia y el Pacífico desde la Segunda Guerra Mundial”, puntualizó en un ensayo que bajo el título El pais adolescente publicó el Instituto Lowy, un centro de análisis ubicado en Sydney.
Pero si la crítica publicada en 2014 puede ser justa, la verdad es que la idea del presunto localismo australiano parecería discutible.
Por un lado, Australia parece involucrada en una serie de iniciativas y organismos internacionales: el más reciente el grupo informal de “poderes medios” formado por México, Indonesia, Corea del sur, Turquía y Australia para tratar de proyectar influencia en foros internacionales, incluso el G20. Por otro, sin embargo, “no le damos a Indonesia la importancia que merece”, señaló Daniel Clifton, a cargo de las páginas internacionales del diario The Age, de Melbourne.
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