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lunes, 1 de mayo de 2017

La productividad se enfrenta al empresario






Retomo en este espacio el archiconocido asunto de la productividad, término utilizado, y no pocas veces manoseado, para justificar cualquier medida empresarial: háblese de despidos, ajustes salariales, demanda de ayudas y apoyos institucionales, incrementar el endeudamiento, y todo en nombre de la productividad. 

Es evidente que las citadas medidas minoran el coste de los recursos por unidad de producción, pero la mayoría de estas propuestas no son otra cosa que medidas de corto alcance y simplistas, porque a largo plazo, la producción también se verá penalizada y en consecuencia, la ratio de productividad volverá a sus parámetros de origen, es decir, los que se pretendían mejorar pero que no se ha conseguido finalmente.

Este escenario muestra que nuestros directivos de empresa han exprimido poco la sesera. Por el método del recorte radical y directo,al estilo de las políticas económicas europeas de la crisis, se pretende salvar la productividad y competitividad de nuestras empresas. Cortas miras se aprecian en estos planteamientos. La productividad no crece a costa de trasladar el problema a trabajadores, accionistas o entidades financieras, sin un análisis profundo  y profesional. Nos referimos aquí a las PYMES características de cualquier economía, que representan la mayor parte de las empresas, y que están gobernadas y administradas con criterios y métodos, a veces, “prehistóricos”. 

Se abusa en exceso del número de horas de trabajo del capital humano, provocado por el desempeño de tareas y procesos ineficientes, principalmente. No hay más que ver casos de reuniones interminables sin alcanzar propuestas de acción concretas, o la llevanza del control económico y financiero sin la utilización de herramientas informáticas adecuadas o, aun disponiendo de ellas, no saber cómo optimizarlas, despilfarrando inversión;e incluso tareas y procesos, que por haberse realizado siempre de una manera, no se replantea su necesidad o eliminación. Es un círculo vicioso que a medida que pasa el tiempo acumula ineficiencias en todos los departamentos de la empresa. 

Paralelamente, se pretende disponer del mejor equipo humano sin retribuirlo ni formarlo, por lo que a largo plazo se va el bueno y se queda el malo, y nuevamente se reduce la productividad. Hablamos, en definitiva, de la necesidad de modernizar la PYME, de darle importancia a la técnica en la gestión y la calidad del equipo humano, porque esto sí que acaba generando más producción por unidad de coste, tanto en el presente como en el futuro, lo cual está ocurriendo en las grandes empresas, cuya brecha de productividad, en los últimos años,se ha distanciado más con respecto a las medianas y pequeñas, según muestran algunos estudios. 

Alertamos sobre este aspecto porque denota que algo no se está haciendo bien en muchas PYMES. Y hay que decir, porque es de ley, que el principal responsable de no alcanzar cotas deseables de productividad es el empresario y su método clasista y rancio, en ocasiones, de gestionar los recursos de la empresa. Pero este debate requerirá de otra página más adelante.


Alfonso Roldán García
Economista y Auditor
Costa del Sol -España-



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