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lunes, 28 de agosto de 2017

La tecnológica española Farsen, hace volar sus 'sensores sin batería'


  • Sus prioridades en cuanto a mercados las tienen muy claras: Estados Unidos, Europa (principalmente Alemania, Francia y Reino Unido) y Japón


ESPAÑA.- Sus inicios son parecidos a los de otras muchas empresas que dieron sus primeros pasos al calor de una universidad. En este caso, la idea surgió en 2005 como un proyecto interno del centro de investigación CEIT-IK4, ligado a la Universidad de Navarra, al norte de España. Tras tres años de investigación y con unos resultados prometedores deciden generar una spin-off para poner en el mercado la tecnología desarrollada. Así, “en septiembre de 2008, parte del equipo que habíamos estado trabajando en ese proyecto en el centro como parte de nuestra tesis doctoral dimos el salto y constituimos la compañía”, explica su fundador, Daniel Pardo.

Los primeros años trabajaron para que la tecnología que habían heredado del centro de investigación evolucionara hacia un producto tangible. “Fue una apuesta fuerte porque, aunque las perspectivas del mercado eran (y siguen siendo) muy buenas, estábamos lejos de un resultado final, y necesitábamos desarrollar una idea que científicamente era factible en un artículo comercializable”, apunta.
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Y lo consiguieron: hacen sensores inalámbricos sin baterías. Para ello, utilizan una tecnología por entonces ya conocida: la identificación por radiofrecuencia (RFID). Con ella consiguen convertir cualquier sensor del mercado, ya sea de temperatura, presión, humedad, deformación, etc., en inalámbrico, es decir sin cables… y sin baterías.

Para Pardo, esta última característica “es la más importante y la que nos distingue, ya que la energía necesaria para hacer funcionar a los sensores no viene de una pila, como pasa habitualmente en los de tipo inalámbrico, sino que la energía se la damos a través de la radiofrecuencia, que se envía desde un lector RFID a más de cinco metros de distancia”.

Efectivamente, Pardo y su equipo desarrollaron una tecnología capaz de alimentar esos sensores solo cuando se necesita una lectura. La energía procede del propio lector que recoge los datos, manda una señal al sensor en forma de ondas de radio, este transforma la onda para aprovechar su energía y devolver la información que contiene.

La comunicación no precisa de una visión directa, por lo que puede atravesar materiales como la madera y el hormigón, de ahí que se pueda enterrar en la tierra o incluir en la viga de una gran infraestructura.

Principales mercados

Desde el principio tuvieron claro que España se les quedaba muy pequeña –“nuestra presencia aquí es muy reducida. Se vende mejor en otros mercados, pero todo llegará”– y les interesaron mucho más otros países. Sus prioridades en cuanto a mercados las tienen muy claras: Estados Unidos, Europa (principalmente Alemania, Francia y Reino Unido) y Japón.

“El resto también los atendemos, pero de una manera más reactiva. Nuestros productos se están utilizando en más de 40 países, pero nuestros esfuerzos los centramos en esos tres mercados”. De hecho, el 60% de sus ventas se deben a EE UU y Japón.

En cuanto a sus aplicaciones, “todos los días surgen nuevas. Lo bueno es que con esta tecnología se pueden resolver problemas que antes eran irresolubles”, remarca. Hay clientes que los están utilizando en el sector industrial para monitorizar la temperatura de los elementos rotativos de un aerogenerador, por ejemplo. Otros, del sector agrícola, los usan para monitorizar la temperatura y humedad de grandes plantaciones de hortalizas. En este caso, la lectura se realiza de manera automatizada desde un avión no tripulado.
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“En muchas ocasiones, el uso de un dron en el que se incorpora un lector RFID permite aplicaciones que de otra manera serían imposibles. Actualmente, las de mayor potencial en ese sentido tienen que ver con la monitorización de grandes infraestructuras (viaductos, puentes, presas…) y de grandes extensiones de terreno agrícola”, comenta.

Pero van más allá. En Japón, por ejemplo, aprovechan los productos de Farsens para monitorizar el estado de infraestructuras que son sensibles a terremotos. También se están utilizando para supervisar la presión de los neumáticos de vehículos.

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