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jueves, 27 de julio de 2017

Crear una multinacional desde un garaje no es exclusiva de U.S.A., este es el caso del mexicano Carlos Vilches



  • El ingeniero Carlos Vilches comenzó su negocio en el garaje de su casa y ahora exporta sus productos a Latinoamérica. 
  • Su reto es hacer frente a la competencia de China.


MÉXICO.- Todo inició en el garaje de su casa. La historia de este ingeniero podría parecerse a la de cualquier emprendendor en Silicon Valley, en Estados Unidos, como es el caso de Apple, pero todo ocurrió en México durante 1960. Así comenzó el negocio de Carlos Vilches en el mercado de los interfones.

El pequeño espacio de la casa destinado a resguardar el coche fue utilizado, en primera instancia, para reparar lavadoras, refrigeradores y radios. Hasta que un día uno de sus tíos llegó con la misión de que el entonces estudiante de ingeniería reparará el interfón de su jefe, quien vivía en el Pedregal.

Arreglar el pequeño aparato de comunicación permitió que el aspirante a ingeniero mecánico electricista ganara en un día el equivalente a la reparación de tres lavadoras. Pero no era lo único que había obtenido, sino también el interés por elaborar sus propios equipos. Así nació la empresa Intec.

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Carlos Vilches puede presumir que, en el México del siglo pasado, se convirtió en el líder en la venta de interfones en el país, mercado que era gobernado por las empresas alemanas.

Hoy, Intec exporta a Latinoamérica y tiene el reto de desarrollar una nueva tecnología de seguridad y comunicación para las edificaciones del país. Sin embargo, la competencia proveniente de China es una amenaza que este ingeniero mexicano y su sobrino tendrán que vencer al mismo tiempo.

Artesano de la tecnología

Carlos Vilches nació en 1943. La Ciudad de México atestiguó su nacimiento y su llegada a una familia de clase media conformada por cuatro hijos.

Vilches estudió en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Su padre le heredó el amor por la ingeniería, carrera que le permitía atender a las neverías del pasado y así conocer a la madre de Carlos, quien era propietaria del negocio familiar de las paletas de hielo.

Carlos recuerda que antes de tener su propia empresa de manufactura, él se encargó de reparar interfones en la capital del país, equipos que no eran fabricados en territorio nacional. El principal país exportador de la tecnología era Alemania, con dos de sus empresas.

Lo primero que comenzó a manufacturar Vilches era la fuente de la alimentación de los aparatos de comunicación. De este modo, el ingeniero constituyó de manera formal Intec, en 1965.

Don Panchito, un agricultor que llegó a la Ciudad de México huyendo de un mal de amores, fue el primer colaborador del recién formado negocio y quien trabajó en la empresa por cerca de 40 años.

Con un cincel y un martillo, el ingeniero se dedicaba a dar forma a la parte de frontal de los interfones que se asomaban por las calles del país. “Éramos unos verdaderos orfebres que hacíamos un producto artesanal”, recuerda el artesano de aquella tecnología.

El interés por aprender a fabricar los componentes del interfón lo llevaron a trabajar de forma ilegal en Italia y España, en donde aprendió a manufacturar micrófonos y teléfonos.

“Yo no sabía hacer micrófonos de carbón, algo indispensable para un interfón, y me metí a una fábrica de indocumentado para aprender a hacer los aparatos desde un trabajo de intendente”, rememora su experiencia en 1975.

El dueño de la fábrica en España descubrió que el ingeniero quería aprender del negocio y no solo trabajar. Así se dieron cuenta de que el mexicano tenía la intención de hacer su propia empresa, idea que fue secundada por el español.

Para 1986, los electricistas se convirtieron en los grandes distribuidores de interfones. De aquel año a la actualidad, la firma mexicana ha capacitado a 70,000 profesionales de la electrotecnia. “Este ha sido nuestro éxito”, dice.

Todo inició en el garaje de su casa. La historia de este ingeniero podría parecerse a la de cualquier emprendendor en Silicon Valley, en Estados Unidos, como es el caso de Apple, pero todo ocurrió en México durante 1960. Así comenzó el negocio de Carlos Vilches en el mercado de los interfones.

El pequeño espacio de la casa destinado a resguardar el coche fue utilizado, en primera instancia, para reparar lavadoras, refrigeradores y radios. Hasta que un día uno de sus tíos llegó con la misión de que el entonces estudiante de ingeniería reparará el interfón de su jefe, quien vivía en el Pedregal.

Arreglar el pequeño aparato de comunicación permitió que el aspirante a ingeniero mecánico electricista ganara en un día el equivalente a la reparación de tres lavadoras. Pero no era lo único que había obtenido, sino también el interés por elaborar sus propios equipos. Así nació la empresa Intec.

“Yo soy el clásico ejemplo de que empecé mi negocio en el garaje de la casa de mis papás”, dice en entrevista Carlos Vilches, presidente de Intec.

Carlos Vilches puede presumir que, en el México del siglo pasado, se convirtió en el líder en la venta de interfones en el país, mercado que era gobernado por las empresas alemanas.

Hoy, Intec exporta a Latinoamérica y tiene el reto de desarrollar una nueva tecnología de seguridad y comunicación para las edificaciones del país. Sin embargo, la competencia proveniente de China es una amenaza que este ingeniero mexicano y su sobrino tendrán que vencer al mismo tiempo.

Carlos Vilches nació en 1943. La Ciudad de México atestiguó su nacimiento y su llegada a una familia de clase media conformada por cuatro hijos.

Vilches estudió en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Su padre le heredó el amor por la ingeniería, carrera que le permitía atender a las neverías del pasado y así conocer a la madre de Carlos, quien era propietaria del negocio familiar de las paletas de hielo.

Carlos recuerda que antes de tener su propia empresa de manufactura, él se encargó de reparar interfones en la capital del país, equipos que no eran fabricados en territorio nacional. El principal país exportador de la tecnología era Alemania, con dos de sus empresas.

Lo primero que comenzó a manufacturar Vilches era la fuente de la alimentación de los aparatos de comunicación. De este modo, el ingeniero constituyó de manera formal Intec, en 1965.

Don Panchito, un agricultor que llegó a la Ciudad de México huyendo de un mal de amores, fue el primer colaborador del recién formado negocio y quien trabajó en la empresa por cerca de 40 años.

Con un cincel y un martillo, el ingeniero se dedicaba a dar forma a la parte de frontal de los interfones que se asomaban por las calles del país. “Éramos unos verdaderos orfebres que hacíamos un producto artesanal”, recuerda el artesano de aquella tecnología.

El interés por aprender a fabricar los componentes del interfón lo llevaron a trabajar de forma ilegal en Italia y España, en donde aprendió a manufacturar micrófonos y teléfonos.

“Yo no sabía hacer micrófonos de carbón, algo indispensable para un interfón, y me metí a una fábrica de indocumentado para aprender a hacer los aparatos desde un trabajo de intendente”, rememora su experiencia en 1975.

El dueño de la fábrica en España descubrió que el ingeniero quería aprender del negocio y no solo trabajar. Así se dieron cuenta de que el mexicano tenía la intención de hacer su propia empresa, idea que fue secundada por el español.

Para 1986, los electricistas se convirtieron en los grandes distribuidores de interfones. De aquel año a la actualidad, la firma mexicana ha capacitado a 70,000 profesionales de la electrotecnia. “Este ha sido nuestro éxito”, dice.

Hecho en México

Vilches aún recuerda que en cierto momento su padre se distanció de él, ya que deseaba que se dedicará al estudio y no a la empresa. Al final, el padre de Carlos aceptó la idea y sus últimos días de vida transcurrieron en Intec.

“La mejor época para emprender es antes de terminar la universidad, que no tengas tarjeta de crédito y no estar casado”, dice con una sonrisa Vilches, quien goza al contar su historia frente a los alumnos de la UNAM.

El trabajo de Don Panchito y Vilches, dio paso a un equipo de 170 colaboradores directos y otros cientos de empleos indirectos.

Hoy, los interfones de la firma mexicana se venden a través de casas de materiales eléctricos y las grandes cadenas de productos para la construcción de casas, como es The Home Depot.

Desde la colonia Portales, en Ciudad de México, Intec exporta 20 por ciento de sus productos a Latinoamérica y operaciones en Chile, Perú, Colombia y Costa Rica.

Vilches inició con la venta de los llamados video porteros, que eran sistemas de video y timbre en casa, los cuales eran vendidos con una gran televisión que con el paso de los años lograron reducir de tamaño. Y ha vendido dos millones de teléfonos de interfón y 150,000 sistemas instalados.

Carlos Vilches fue director de Intec hasta 2009, cuando cedió el puesto a su sobrino Bernardo Márquez, quien tiene la encomienda de modernizar el negocio. “El éxito de la transición es saber tomar decisiones en conjunto y definir trayectorias para la empresa”, dice Bernardo Márquez.

La competencia china ha golpeado el negocio por lo barato de sus productos ofertados al usuario final. “Hasta la fecha seguimos pegándoles también”, comenta Vilches.

El reto también es balancear las importaciones de insumos con las exportaciones. En la actualidad, 30 por ciento de los insumos son importados.

La inversión en infraestructura de la empresa será de entre 10 y 15 millones de pesos en troqueles y otros equipos, para fabricar 150,000 productos anuales.

Carlos Vilches se muestra entusiasta por el futuro y está listo para hacer que la empresa nacida en el garaje de una casa crezca en México y la región. “Tenemos retos importantes, pero creo que todavía podemos crecer”.


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