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domingo, 4 de septiembre de 2016

La española ACS vive un extraño episodio en su relación con los Emiratos Árabes


  • Estamos ante un presunto caso de extorsión de un país del Golfo Pérsico a una empresa española. Los Emiratos Árabes Unidos (EAU) hacen una 'jugada de poder' para arrebatar derechos a la española ACS.


Al-Habtoor

EMIRATOS ÁRABES / ESPAÑA.- Según informa La Celosía, la policía de Dubai detuvo a José Antonio López Monís, Ceo de la filial de ACS (Habtoor Leighton Group), de la que su compañía australiana Cimic (antigua Leighton) controla un 45%. Detención que se produjo sin hacerse públicos los cargos de los que le acusaban… por tanto, sin motivo aparente. Finalmente, López Monís fue liberado nueve días después de su detención, tras lograr un cambio de propiedad en la filial de la empresa española que preside Florentino Pérez. Y es que Al Habtoor Holding, uno de los dos socios de Habtoor Leighton Group, ha transferido sus acciones al otro emiratí (Riad Al Sadik).

En el entretanto, el proyecto estrella Dubai Pearl sigue parado siete años después de su lanzamiento y con ACS a la espera. Claro que el otro negocio de Florentino Pérez, el Real Madrid, va por ahora bastante mejor: Fly Emirates sigue siendo su patrocinador.

Eso sí, conviene subrayar que la nueva extorsión ha sucedido en Emiratos Árabes, un país mucho más moderno y liberal que sus vecinos del Golfo y que a pesar de tener el islam como religión principal es más tolerante con otras religiones. Y es que EAU no es ni Qatar ni Arabia Saudí.

Como saben, Qatar está invadiendo Occidente. Y es que está trazando una peligrosa geografía empresarial y política, de la que España no se libra. Es el principal accionista de IAG (desde mayo controla el 15%), Iberdrola, El Corte Inglés (en lo que se puede calificar como desastrosa operación) y Colonial. Asimismo, tiene parte del Fútbol Club Barcelona y de la constructora alicantina Ecisa, posee hoteles (el Renaissance y el Vela en Barcelona, el Intercontinental en Madrid o el complejo mallorquí Park Hyatt Canyamel) y la concesionaria de la marina para yates Port Tarraco (Tarragona).

Pero Qatar también cuenta con destacadas inversiones en otros países europeos. Es el principal accionista de Deutsche Bank y Volkswagen; y es dueño de los famosos almacenes londinenses Harrods, la marca de moda Valentino y el equipo de fútbol francés París Saint-Germain (PSG). Además cuenta con participaciones en: Hochtief (filial germana de ACS), la cadena de supermercados británica Sainsbury’s, la bolsa de Londres, Barclays, BAA (dueña del aeropuerto de Heathrow, donde Ferrovial tiene un 49,99%), el grupo editorial francés Lagardere, Moët Hennessy-Louis Vuitton (LVMH), KBL Luxembourg Bank, Credit Suisse e importantes hoteles de París, Milán o Suiza.

La invasión de Qatar también ha cruzado el Atlántico. Invirtió en Miramax Film (propiedad de Walt Disney Pictures) y hace una semana se convirtió en copropietaria del emblemático rascacielos neoyorkino Empire State. También es copropietario del rascacielos londinense The Shard, el más alto de la UE.

Claro que, además de la invasión de Occidente, Qatar también juega malas pasadas a las empresas españolas. Por ejemplo, el pasado mayo rescindió el contrato que tenía con el consorcio en el que participaba OHL para construir dos estaciones del metro de Doha y el año pasado le anuló el del hospital de Sidra.

Por su parte, la ingeniería española se juega su prestigio con el AVE La Meca-Medina en Arabia Saudí. Un importante proyecto donde participan multitud de empresas españolas (Renfe, Adif, Ineco, Cobra, OHL, Talgo, Indra y Copasa, entre otras) y que no ha estado exento de problemas (retrasos y sobrecostes). Un desastre que ha causado el cese de la directora general del proyecto, María Sánchez-Palomo, y el relevo de Héctor Izquierdo como auditor interno de Renfe.

Todo esto no hace más que constatar lo que ya apuntábamos hace unos meses de que los países del Golfo Pérsico no son el Dorado para las constructoras españolas, pues los petrodólares exigen mucho. Eso sin olvidar que la construcción internacional deja márgenes pequeños.


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